LIBROS PARA 3ro. PRIMARIA

cuatro amigos
1.  LOS CUATRO AMIGOS
Tiempo atrás, en las selvas de la India los animales tenían la capacidad de razonar y hablar. Un día, un cuervo reposaba tranquilamente a la sombra de un árbol, cuando vio acercarse a un cazador con muy malas intenciones.
El ave se quedó muy quieta para no llamar la atención del hombre y vio cómo ponía una trampa para cazar, y colocaba trigo encima de ella. Al cabo de un rato, una bandada de palomas llegó para comerse el trigo. En cuanto pusieron sus patitas en la trampa, una red cayó sobre ellas y quedaron atrapadas. Pero haciendo uso de su inteligencia, las palomas aletearon y volando con la red sobre ellas, fueron con el amigo ratón y éste, sin pedir nada a cambio, mordió la red con sus dientecillos y logró liberar a las palomas.
El cuervo vio el acto de generosidad del ratón y deseó con todas sus fuerzas ser su amigo. Después insistir y de que el ratón perdió el miedo al cuervo, ambos se hicieron amigos y se fueron a vivir a un lugar donde había agua y pastos, donde nadie pudiera matar al ratón.
En su nuevo hogar, el ratón y el cuervo se encontraron con la tortuga, quien no los reconoció y, muerta de miedo, se lanzó al agua. Sin embargo, cuando reconoció la voz del cuervo, quien era su amigo, la tortuga salió tranquila.
El ratón comenzó a contarles sus hazañas y cómo había aprendido a valorar la amistad sincera por encima de todas las cosas. Así los tres se fueron haciendo inseparables.
Un día, llegó un venado asustado porque lo perseguían unos cazadores y tanto el ratón, como el cuervo y la tortuga lo aceptaron y protegieron. El venado permaneció algún tiempo con ellos, pero un día no volvió. El cuervo voló para buscarlo y lo encontró atrapado en una red. Regresó a contarles a los otros dos, y juntos fueron a rescatarlo. El ratón cortó con sus dientes la red, pero venado sintió mucha tristeza, porque cuando regresara el cazador la única que no podría escapar sería tortuga. Y así fue.
Al volver el cazador, el cuervo voló, el ciervo corrió y el ratón se escondió, y la pobre tortuga fue puesta en una red. Al ver a su amiga atrapada, los otros tres amigos idearon el plan perfecto para rescatarla.
¿Quieren saber cuál fue ese plan? Ok, pero esa será otra historia.
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Sara Nava Sanmillán, Los cuatro amigos. México, SEP-Nuevo México, 2004.


el aire y las nubes, lectura recreativa del rinconcito de sallita
2.  EL AIRE Y LAS NUBES
La Tierra está rodeada de aire. Allí están las nubes que el aire arrastra. Seguramente has visto cómo se mueven.
El aire también transporta polvo, por eso a veces el cielo se ve gris y no azul.
El aire es por donde vuelan las mariposas y los pájaros.
Las nubes suelen ser blancas. Puedes jugar a mirarlas e imaginar que tienen formas de objetos, plantas, animales y hasta de personas que conoces.
Aunque parecen bolas de algodón, son de vapor de agua. Cuando se ponen grises es que va a llover.
El arcoíris
Las nubes son pequeñas gotas de agua.
Cuando las gotas crecen, caen en forma de lluvia.
Cuando los rayos del Sol iluminan las gotas de lluvia, se forma el arcoíris.
También puedes ver el arcoíris en algunas fuentes y cascadas.
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Julieta Fierro, “El aire y las nubes” en El día y la noche. México, SEP-Santillana, 2003.


Los viajes del abuelo, otro rincón de lectura de sallita
3.  LOS VIAJES DEL ABUELO
Todas las noches antes de acostarse, el abuelo se sienta sobre la cama, abre su cofre de madera y mira las cosas que hay dentro.
Luego, lo cierra y vuelve a ponerlo en su sitio.
Me gusta observarlo, en silencio, desde la puerta.
Nunca lo he interrumpido. Pero me intriga mucho lo que el abuelo guarda con tanto interés.
Por eso, y porque creía que el abuelo no estaba, he cogido el cofre para tocarlo y ver si podía adivinar lo que contenía.
¿Qué guardará aquí dentro?
En ese momento apareció el abuelo.
–¿Qué buscas debajo de mi cama?
¿Qué tal, eh? ¿Cómo le habrá ido al pobre nieto? A ver quién lee el libro y luego nos lo cuenta a los demás.
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Agustín Comotto, Los viajes del abuelo. México, SEP-Edelvives-Limusa, 2007.

Caperucita Roja y el lobo, rincón de lecturas de sallita
4.  CAPERUCITA ROJA Y EL LOBO
Todos conocemos el cuento de Caperucita Roja, pero nunca nos lo han contado así como lo van a oír hoy.
Estando una mañana haciéndose el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo.
Así que, para echarse algo a la muela, se fue corriendo a la casa de la Abuela.
“¿Puedo pasar, Señora?”, preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando “¡Éste me come de un bocado!”
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la abuela en su alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.

Lo malo es que era flaca y tan huesuda que al lobo no le fue de gran ayuda:
“Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡¡Tendré que merendarme otra señora!!”
Y, al no encontrar ninguna en la nevera, gruñó con impaciencia aquélla fiera:
“¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!”
–que así llamaba al bosque aquella fiera, aunque en la sierra estuviera–
Y para que no se viere su fiereza,
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.

Llegó por fin Caperu a medio día y dijo: “¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!”
“Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas.” “¡Abuelita,
que ojos tan grandes tienes!”

“Claro, hijita, son los nuevos lentes que me he puesto
para que pueda verte, con Ernesto
el oculista”, dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras que se le ocurría que la chica
iba a saberle mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente
Caperucita dijo:”¡ Qué imponente
abrigo de piel llevas este invierno!”

El lobo, estupefacto, dijo: “¡Un cuerno!”
O no sabes el cuento o tú mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...?
Oye mocosa, te comeré ahora mismo y a otra cosa.
Pero ella se sentó en una silla,
sacó una pistola de la capa,
con calma apuntó bien a la cabeza
¡pam!– allí cayó la buena pieza.

Al poco tiempo vi a Caperucita
cruzando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Saben lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un traje
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciéndose el bobo.
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Roald Dahl, “Caperucita roja y el lobo” en Cuentos en verso para niños perversos. México, SEP-Altea, 2002.


El gallo, rincón de lecturas de sallita
5.  EL GALLO
El gallo, el ganso, la gallina y el papagayo se burlaron del pollito cuando dijo que viajaría alrededor del Sol.
El gallo, el ganso, la gallina y el papagayo no salían de su asombro cuando vieron que el pollito emprendió el viaje alrededor del Sol montado en el centro de un girasol.
Y el Sol giraba con un emplumado corazón, y el corazón era el pollito que con el girasol giraba alrededor del Sol.


¿Se imaginan al pollito, montado en su girasol, dando vueltas como un astronauta alrededor del Sol? ¿Se habrá entrenado el pollito en la máquina centrífuga que vimos el otro día? ¿Habrá bajado al fondo de una alberca para prepararse y hacer frente a la falta de gravedad? Bueno, tal vez por hacer su viaje en un texto tan poético el pollito pudo pasar por alto esos preparativos. ¿Qué piensan ustedes?

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Jairo Aníbal Niño, “El gallo” en El equipaje de la mariposa. México, SEP-Panamericana, 2003.


La rana, rincón de lecturas de sallita
6.  LA RANA

Cuando la rana quiere gozar,
viene la mosca y la hace gritar.
La mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando la mosca quiere gozar,
viene la araña y la hace gritar.
La araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando la araña quiere gozar,
viene la escoba y la hace gritar.
La escoba a la araña,
la araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando la escoba quiere gozar,
viene la lumbre y la hace gritar.
La lumbre a la escoba,
la escoba a la araña,
la araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando la lumbre quiere gozar,
viene el agua y la hace gritar.
El agua a la lumbre,

la lumbre a la escoba,
la escoba a la araña,
la araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando el agua quiere gozar,
viene la llave y la hace callar.
La llave al agua,
el agua a la lumbre,
la lumbre a la escoba,
la escoba a la araña,
la araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando la llave quiere gozar,
viene el plomero y la hace gritar.
El plomero a la llave,
el agua a la lumbre,
la lumbre a la escoba,
la escoba a la araña,
la araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
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“La rana” en ¡A jugar! Lírica popular. México, SEP-Artes de México, 2007.


Rincón de lecturas de sallita presenta: Cuando sea grande quiero ser
7.  CUANDO SEA GRANDE QUIERO SER....
Veterinario
Atiendo a los perros, a los gatos, a los pájaros. ¡Incluso a las serpientes! Tengo un consultorio en el que ausculto, vacuno y opero. Otros veterinarios atienden a los animales del campo o trabajan en las fábricas de alimentos o de medicamentos para animales.

Productor de giras
¡Soy la mano derecha de las bandas de música y de los cantantes! Me ocupo de organizar las giras, decidiendo cuándo y dónde se realizarán las presentaciones: tal día en tal sala, tal vez en otro o en aquel estadio. Me encargo de alquilar los micrófonos y los amplificadores, del alojamiento y transporte de los músicos.

Estilista
Cortar el cabello es divertido, ¡pero nada fácil! Hay que usar las tijeras sin que te tiemble el pulso y tener claro dónde quieres llegar. Algo esencial en mi trabajo es escuchar y aconsejar a mis clientes.

Astrónomo
Con sus millares de estrellas, sus planetas, sus cometas y sus galaxias, el Universo me fascina. ¡Necesitaría varias vidas para estudiar todo lo que ofrece! Por eso cada astrónomo debe definir muy bien su campo de investigación.

Foniatra
En el hospital o en el consultorio, atiendo a niños que tienden problemas de lenguaje: los que tartamudean, los que no pueden pronunciar ciertos sonidos, los que tienen problemas de lectura o de escritura.

Y a ustedes, ¿qué les gustaría ser, de qué les gustaría trabajar?

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Nadine Mouchet, Cuando sea grande quiero ser. México, SEP-Lamiqué, 2008


Rincón de lecturas de sallita presenta: El amor es un niño travieso
8.  EL AMOR ES UN NIÑO TRAVIESO
El amor es un niño
travieso y mofletudo
que siempre anda desnudo
volando sin cesar:
mañana, tarde y noche,
sin importar edades,
en campos y ciudades
flechas lanza al azar.

Está en todas las cosas
porque en todas se esconde,
sólo hay que saber dónde
buscar para encontrar;
él nunca pide nada
y da la vida entera
y tú de igual manera
se la tienes que dar.

En realidad él quiere
una caricia, un beso:
es un niño travieso,
alegre y juguetón;
mimos, besos, caricias
él te da por montones
y de aladas canciones
te llena el corazón.
Es un niño travieso,
entrégale tu vida
y hallarás repartida
tu vida sin cesar;
como el vuelo del niño
que en todo te visita
y por amor te invita
a amar a todo amar.

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David Chericián, El amor es un niño travieso. México, SEP-Panamericana Editorial, 2005.


Rincón de lecturas de sallita presenta: El hipo de Inés
9.  EL HIPO DE INES 

El otro día leímos sobre las inyecciones. Vamos ahora a leer sobre otro remedio que actualmente se usa muy poco, por ejemplo cuando hay hematomas, o sea moretones, muy grandes. Ese remedio son las sanguijuelas, unos animalitos parecidos a las babosas, que chupan la sangre. Antes se creía que algunas enfermedades las producía tener demasiada sangre en el cuerpo y se practicaban sangrías o se ponían sanguijuelas para quitarle sangre al enfermo.

–¡Otra vez a coser! –se quejó Inés–. Pero dice mi señora madre que como algún día me casaré, debo estar preparada para ser una buena esposa.
–Pero sólo tienes siete años –le contestó su hermana María.
“Se me tiene que ocurrir algo –pensó Inés–. Mañana, después de comer, fingiré que estoy enferma –se dijo–. Pero, ¿de qué? Puede venir el viejo don Gaspar, ese médico tan estricto.”
Todo transcurrió con normalidad la mañana siguiente... pero su madre fue la primera en notarle algo extraño.
–Pero, hija, ¿qué es lo que tienes?
–Pues... yo... ¡hip! Me ha dado hipo y no se me quita, madre –contestó Inés entrecortando cada frase.
Al poco rato de haber comenzado la labor de costura, su continuo ¡hip! le provocó que se picara los dedos con la aguja y manchó la tela con sangre.
Cada ¡hip! era motivo de nuevas discusiones y, aunque Inés trataba de disimular, a veces dejaba escapar una risita.
–Si mañana amaneces igual, Pedro irá a buscar al médico –concluyó doña Catarina–, y a ver quién se ríe.
–Más vale que me cuide de ese viejo matasanos –dijo Inés.
Antes del almuerzo, llegó el médico. Intrigado por el continuo ¡hip! ¡hip! y un poco nervioso por la mirada acechante de doña Catarina, recomendó que si el hipo persistía, debían de purgar.
Pero después de tanto y una vez descubierto el engaño de Inés, el médico dio el remedio para dar una buena lección…
¿Qué habrá sido de ti Inés? ¿Habrán sido las sanguijuelas una buena lección para no mentir?

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María Cristina Sacristán, El hipo de Inés. México, SEP-FCE, 2001.



La biblioteca imaginaria, otro rincón de lectura de sallita
10.  LA BIBLIOTECA IMAGINARIA
Hay un libro que habla solo,
un libro que nadie ha escrito,
un libro con un espejo
y, dentro, un libro distinto.
Hay un libro de aventuras
donde nunca pasa nada,
un libro que inventa cuentos
con una sola palabra.
Hay un libro que se abre
con la llave de un castillo,
un libro para perderse
en medio de un laberinto.
Hay un libro donde el viento
arrastra todas las letras,
un libro con un camino
por donde nadie regresa.
Libros que lo dicen todo
y libros que se lo callan,
libros donde el mar va y viene
sin salirse de la página.

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Juan C. Martín, “La biblioteca imaginaria” en Las palabras que se lleva el viento. México, SEP-Everest, 2004.


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